Llegamos a Johannesburgo desde Buenos Aires. Como íbamos con niños y el viaje iba a ser muy cansador, decidimos no hacer todo de un tirón, así que paramos una noche en un hotel en esa ciudad. Eso me vino muy bien para poder coordinar para recibir un lente que alquile para llevarlo hacia Pilanesberg al día siguiente. A eso de las 16 llego el lente en su valija propia, de la mano de Siohbang. Si bien el lente tenia su pintura marcada propia del uso, se notaba que todos los fotógrafos que lo habían alquilado con anterioridad le habían dado el cuidado que se merecía: Los vidrios estaban impolutos.
Lo cuide como si fuese uno de mis hijos. 
Ya en Pilanesberg nos alojamos en Bakubung Bush Lodge, queda prácticamente pegado a una de las entradas de la reserva. Es un lugar sumamente cómodo y que permite disfrutar del ambiente de safari en todo momento. Desde allí mismo se puede salir en un auto propio o ellos tienen unos camiones de safari con guías experimentados. 
El lugar es maravilloso. Salir a recorrer los exteriores del hotel ya permite percibir el silencio, no solamente con el oído sino que también con todo el cuerpo. Por lo menos a mi me relajó mucho.

Mi hijo mayor hizo el listado de animales que teníamos que ver porque esa tarde ya empezaba la aventura.

Habiendo llegado por la mañana no paso mucho tiempo para que se hiciera la hora de salir al safari. Todos al camión, nosotros éramos 9. Yo ya había alquilado un lente 400mm f2.8 que se lo puse a la Canon EOS R, y moría de ganas por estrenarlo. En la otra cámara (5d Mark 4) puse un 70-200 2.8. 

Cuñado y amigo, usando el 70-200 que al lado del otro lente parece que fuera chiquito

Mi esposa y mi hijo menor

Disfrutando con mi hijo mayor

Back to Top